ACUARELISTAS DE MAJADAHONDA
Artículo publicado originalmente en el nº 69 de la Revista Acuarelas de la AAM.
Posiblemente la artista estadounidense más importante, pintaba de una manera única y personal, fue una de las primeras artistas estadounidenses en abrazar la abstracción, convirtiéndose en una de las principales figuras del movimiento modernista estadounidense.
Su carrera, que abarca ocho décadas, incluyó temas que van desde abstracciones, representaciones a gran escala de flores, hojas, rocas, conchas, huesos y otras formas naturales y en primer plano, pinturas de formas y colores inusuales de formas arquitectónicas y paisajistas de norte de Nuevo México, los rascacielos de la ciudad de Nueva York, hasta la vegetación y los accidentes geográficos de Hawai, pasando por las montañas y los desiertos de Nuevo México.
Estudió durante un año en el Art Institute of Chicago (1905-06) y al año siguiente (1907-08) en la Art Students League de Nueva York. Desilusionada con el realismo académico de sus instructores, dejó la pintura y trabajó como artista comercial en Chicago. En 1910, comenzó a estudiar pintura nuevamente en la Universidad de Virginia.
Durante los siguientes años (hasta 1918) se ganó la vida enseñando arte a niños en Virginia, Texas y Carolina del Sur. En 1914, a la edad de veintisiete años, comenzó a estudiar pintura nuevamente, esta vez en la Universidad de Columbia de Nueva York con Arthur Wesley Dow (1857-1922), quien le enseñó que pintar era simplemente “llenar el espacio de una manera hermosa”.
En 1915, una amiga común le mostró algunos de sus dibujos al fotógrafo y marchante de arte Alfred Stieglitz (1864-1946), propietario de la modernista “291 Gallery” en la ciudad de Nueva York.
Stieglitz se sintió intrigado de inmediato, y mostró el trabajo de O’Keeffe sin su permiso en una muestra colectiva en su galería. O’Keeffe viajó a Nueva York para insistir en que Stieglitz eliminara sus dibujos más personales; sin embargo, comenzaron una de las relaciones más fructíferas del arte estadounidense, que culminó con su matrimonio en 1924. Después de la muerte de Stieglitz en 1949, se mudó permanentemente a Nuevo México y vivió y pintó allí hasta su muerte en 1986.
O’Keeffe no practicó la pintura con acuarela de manera constante, sino que se sumergió en ella durante un período crucial de autoevaluación y cambio. Se dedicó a la acuarela en 1916 y pintó más de 100 obras en los dos años siguientes. (En contraste, solo realizó 14 acuarelas en la década siguiente).
La mayoría de sus acuarelas datan de los años que pasó como profesora de arte en Texas (1916 – 1918).
Montañas Rosadas y Verdes Nº 1 (1917, 23x31cm) anuncia los temas de toda una serie: un paisaje despojado de presencia humana, formas naturales modeladas a partir de pinceladas extremadamente simples, lavados y tintes en veladuras desiguales a lo largo de la página, una abstracción maravillosamente casual y fuertes variaciones de color. Viridian, azul de Prusia y rosa, tres colores y cinco formas básicas en el papel, son toda la información que O’Keeffe da a la imagen.
Sin tener en cuenta la técnica académica de la acuarela de la época, pintó directamente y sin ningún complejo. El pincel lo utiliza para modelar la forma y el color en un solo gesto, sin vacilaciones. Todas las pinturas de O’Keeffe de esta época irradian una conmovedora sensación de reinvención y como si se ensimismara en el proceso artístico.
O’Keeffe pintó sus acuarelas de Texas en papel barato y de tamaño pequeño (20×30 cm) y creaba interesantes efectos de mojado sobre mojado. Con frecuencia exploró estos patrones de agua aleatorios, a veces mezclando pinturas en el papel e incluso exprimiendo pinturas directamente del tubo sobre la superficie pre-humedecida.
Muchas de las imágenes son una serie de pinturas en torno a una única idea; este tema se explora a través de ligeras variaciones de color o técnica. La serie de desnudos del propio cuerpo de la artista en un medio excepcionalmente frágil y sensible, parecen ser estudios de exploración, pero también ejercicios de mezcla de colores para representar los cambios de tonalidad y valor en las transiciones de luz a sombra.
Estas obras también se relacionan con las posteriores pinturas al óleo a gran escala, que en su manejo del color y la textura de alguna manera parecen aspirar a tener la condición de acuarela.
En un cierto momento O’Keeffe se va alejando de la libertad que le permite el color al trabajar con formas y símbolos, al tener que lidiar con el tratamiento detallado y el control necesario para pintar objetos físicos. Es entonces, con temas de este tipo, cuando el estimulante romance de O’Keeffe con las acuarelas llega a su fin.
O’Keeffe pasó a los pasteles como un medio que le permitía un control más preciso del color y las gradaciones tonales, y casi inmediatamente a los óleos como su medio de elección definitivo. Aunque en ciertas ocasiones volvió a trabajar con dichas técnicas.
O’Keeffe no es una gran artista de la acuarela: en comparación con otros pintores, su participación en el medio fue demasiado limitada en tiempo y técnica. Pero sí ilustra el fascinante papel que han jugado las acuarelas en el desarrollo de muchos artistas, que han utilizado el medio como método de descubrimiento sobre el proceso artístico.